Viajó a España durante unas vacaciones. La idea era disfrutar de sus días libres solo por una temporada. Lo que sucedió después le cambió la vida. “El tiempo pasaba y yo, en lugar de regresarme a mi tierra, aprovechaba oportunidades. Llegué a desfilar en el Fashion Week Madrid e hice algunas cosas para televisión. Mientras tanto, por las noches me desempeñaba en el área de Relaciones Públicas de una discoteca. Fue una buena etapa, pero yo quería más”.
Decidió irse a Milano. Allí, en una “buena agencia”, podría
alcanzar sus sueños. Lo que él no sabía era que tenía que competir con otros
mil aspirantes, luchar por entrar a las audiciones y luego rogar para que lo
escogieran para alguna campaña publicitaria o un desfile específico. Cayó en una gran depresión. “Me di cuenta de
que era muy difícil encontrar renombre como modelo, había mucha
competencia. El trabajo no era constante y tampoco ganaba lo suficiente. Por
eso escuché la propuesta que me hizo un amigo”.
Al principio, a Jean Franko le aterraba la idea de entrar en
el mundo de las películas para adultos. Pensaba en la familia y en su carrera
como modelo. “Sabía que al decir que sí todo lo demás desaparecía. Creo que lo
que me impulsó a aceptar definitivamente fue la inexperiencia y las ganas de
vivir bien. A los 20 años yo solo quería tener ropa de marca, apartamento,
carro y mucho lujo”. Entonces se arriesgó. Envío sus fotos a Estados Unidos y
de inmediato le contestaron. En un abrir y un cerrar de ojos ya estaba
grabando.
Durante cinco años se mantuvo como imagen exclusiva de dos
productoras. Sus ganancias crecieron, pues filmaba varias cintas al año. “En
este tipo de trabajos tienes que estar en más de tres producciones para vivir
como a mí me gusta. Está consciente de que le queda poco tiempo. “Esta
carrera no es larga. Llegará el momento en que no podré aparecer más ante las
cámaras.
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