viernes, 24 de febrero de 2012

LA POLÍTICA Y LA FAMILIA


La política y la familia son como las drogas y el alcohol, no se deben unir. Es tan mortífero tener una conversación de política entre parientes que piensan de forma distinta por sus preferencias partidarias, más en estos tiempos donde no pueden esperar respuestas pacificas por que siempre vienen acompañadas de palabras un punto grotescas y llenas de un tanto tonos de insignificancia, y cuando me refiero a la insignificancia es que las mismas carecen de sentido o sentimiento, no son medidas o premeditadas antes de salir de su boca. Es por eso que muy poco tengo conversaciones partidistas con mi familia, me gusta más cuando las debatimos en Facebook porque sabemos que quedarán allí, que no se comentarán cuando estemos frente al otro; y espero que siga conservándose de esta manera.

He visto incluso como el querer tener la razón los pone en conflicto de ideas, afortunadamente sin nada físico. Sin embargo, cuando es en red social sobresale quizás un poco de ese sentimiento fascinante que los líderes preferentes de cada quién imprimen, al punto de dejar escapar esas palabras que como consignas se han encintando en sus lenguas, en nuestras tal ves, pues no se puede discutir que si en algo nos identificamos en nuestras preferencias ideológicas es que nos pringamos tanto con los ideales de estos líderes, todos en general, que nos olvidamos de que con quien estamos debatiendo es el primo, la tía, el padre. Entonces cuando recapacitamos ¿Es esto lo que yo quiero para mi familia? ¿Es esto lo que yo quiero para mi pueblo?

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